El proyecto neoliberal mundial encabezado por Estados Unidos
y sus aliados sufrió varios reveces en este año que termina, tanto en el campo de
las elecciones como en el de la batalla geopolítica. El sistema que por más de
30 años ha regido la economía del mundo da cada vez más claras muestras de
agotamiento.
La creciente desigualdad social, la enorme brecha entre
ricos y pobres, la depredación indiscriminada de los recursos naturales, la cancelación de los derechos laborales, la seguridad social y la educación pública, el
debilitamiento del Estado de Bienestar y la incertidumbre
generalizada han traído un profundo desencanto por el sistema que rige la
globalización.
No es casualidad que en tan sólo
un año hayan ocurrido tantos hechos que comienzan a ponerle un alto al
neoliberalismo en varias partes del mundo: Gran Bretaña vota para salir de la
Unión Europea, en Colombia los ciudadanos le dicen “No” en las urnas a un
acuerdo de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC),
en España el Partido Popular (PP) vuelve a hacerse de la mayoría en las elecciones
generales, en Austria el ultranacionalista FPÖ se quedó muy cerca de ganar la
presidencia, en México el PAN gana 7 de las 12 gubernaturas en juego y en
Estados Unidos el republicano Donald Trump se alzó con la victoria en la
elección del próximo presidente. La derecha cierra en el 2016 un año redondo.
De esta lista de hechos son tres los puntos que especialmente
se desmarcan del proyecto neoliberal: el llamado Brexit, el triunfo del PP en
España y la victoria de Trump en EU. En los tres casos hay una percepción de
que los tratados libre comercio internacional, el cierre de empresas en sus
localidades que se van a nuevos destinos de inversión, la falta de certidumbre
laboral, el desempleo y la migración masiva han causado molestia en los
ciudadanos que se han manifestado en las urnas contra los gobiernos de perfil
liberal que les han costado una baja en su nivel de vida. En los tres casos
aparecieron opciones que les prometían revertir estos fenómenos causados por
las políticas neoliberales y los electores mordieron el anzuelo.
El Reino Unido decidió salir de la Unión Europea. (FOTO: Especial)
En este fenómeno radica la principal alarma del 2016: que
para revertir los daños causados por más de tres décadas de neoliberalismo, la
gente está eligiendo opciones de derecha nacionalista que tienden al racismo y el fascismo. Los
espacios que deberían estar ocupando las izquierdas están siendo acaparados por
derechas.
En occidente, las derechas están capitalizando la inconformidad
de la pesadilla neoliberal mientras las izquierdas están sumergidas en un
extravío ideológico y han perdido su vocación anticapitalista,
internacionalista, proletaria y de justicia social, muchas veces respaldando al
capitalismo neoliberal o siendo patiño de la derecha.
El mundo multipolar sigue consolidándose, las potencias asiáticas
siguen ganando terreno. China y Rusia mantienen su alianza, mientras el imperialismo
estadounidense también fue acotado en otros frentes.
El principal descalabro para EU y la OTAN ocurrió en Siria,
cuando la coalición del Ejército Árabe Sirio, Rusia, Irán y el Hezbolá liberaron
a la ciudad de Alepo al derrotar a los terroristas del Dahesh, los cuales se ha
comprobado cuentan con el apoyo estadounidense y de sus aliados europeos y
árabes para tumbar al gobierno de Bashar Al-Assad a través de una supuesta
guerra civil que oculta los intereses occidentales sobre los recursos
energéticos de la zona. Luego de más de cinco años de conflicto y casi medio millón de bajas, la calma comienza a regresar a Siria.
Alepo fue liberada del terrorismo por la coalición de Siria, Rusia e Irán. (FOTO: Topete GLZ)
El 2016 que está por terminar se recordará como el año en el
que el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto llegó a su fin simbólico. A
dos años de concluir su administración, el mexiquense es ya un fantasma en el
Palacio Nacional, un cadáver político.
La invitación y posterior visita del entonces candidato a la
presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, marcó el fin político del peñato. Gran
descontento y reprobación entre propios y extraños tuvo este encuentro que
resultó en el peor desastre diplomático para un presidente mexicano en muchos años.
Uno de los pilares de la campaña de Trump siempre fue el
ataque a los migrantes, en especial a los mexicanos, a quienes siempre
despreció y calificó como “ladrones” y “violadores”. Ignorando estos
antecedentes, a Peña Nieto le pareció buena idea invitarlo a la residencia
oficial del presidente, dándole trato de Jefe de Estado a un candidato. Ese
sólo fue el primer error de una serie increíble pifias. En su visita a Los
Pinos, el republicano no se retractó de sus palabras, se sostuvo ante la
pasividad del presidente, que sólo atinó a decir que los mexicanos “merecen el respeto
de todos”. Pero después parecía defender el discurso de Trump: "Ha habido
malas interpretaciones o afirmaciones que lamentablemente han lastimado o
afectado a los mexicanos por la percepción de su candidatura”. Peña fue incapaz
de exigir enérgicamente una disculpa y retractación por los agravios hacia el
país y los mexicanos y encima salió a decir que las discriminadoras palabras
del candidato eran sólo desafortunadas malinterpretaciones. Terminado el
encuentro, Peña escribió en su cuenta de la red social twitter que en privado
le aclaró a Trump que México no pagaría el muro fronterizo que había prometido
el aspirante, pero esa misma noche Trump encabezó un mitin en EU donde
públicamente refrendó sus planes de continuar el muro. Un desastre total. Sin
necesidad ni obligación alguna, el mexiquense se metió a sí mismo en una
situación que no pudo controlar y le pintaron la cara en su propia casa
enfrente de su gente.
FOTO: AFP
La sumisa actuación de Peña Nieto cayó como bomba en el
ánimo nacional. No sólo los habituales críticos condenaron la servil actitud del
presidente, incluso entre el priismo y sus acostumbrados defensores había gran
molestia; lo que quedaba de nacionalismo en el “nuevo” PRI había sido lastimado.
La imagen del presidente como defensor de los intereses de la nación quedó por
los suelos y sin capacidad de recuperación.
El daño fue mayor de lo esperado. La bravucona actuación del
empresario en México lo disparó en la preferencias electorales, lo que a la
postre le ayudaría a ganar la presidencia. Peña puso su grano de arena para la
victoria de Trump.
Javier Duarte de Ochoa (PRI), actualmente prófugo de la
justicia, recibió la deuda de su estado en 21 mil 499.9 millones de pesos y la
dejó en 45 mil 775 millones de pesos. Duarte, quien renunció a su cargo ante el
escándalo para después huir de las autoridades, tuvo irregularidades en sus
cuentas públicas por al menos 35 mil millones de pesos y se convirtió en el
rostro más visible de la corrupción en el país.
FOTO: Especial
Roberto Borge Angulo (PRI), ex gobernador de Quintana Roo,
heredó una deuda de 22 mil 442 millones de pesos, cuando él la recibió en 10
mil 37 millones de pesos. Reportó irregularidades por 25 mil millones de pesos
en sus cuentas públicas.
César Duarte Jáquez (PRI), dejó una deuda en Chihuahua de 42
mil 453 millones de pesos, él la recibió en 12 mil 547 millones de pesos. Se
registraron irregularidades en su administración por 7 mil millones de pesos.
Jorge Herrera Caldera (PRI) recibió la deuda de Durango en 3
mil 697 millones de pesos y heredó una de 15 mil millones de pesos. Egidio
Torre Cantú (PRI) dejó una deuda en Tamaulipas de 13 mil 511.9 millones de
pesos; cuando inició su sexenio los pasivos del estado sumaban mil millones de
pesos. Rodrigo Medina de la Cruz (PRI) disparó la deuda de Nuevo León de 27 mil
70 millones de pesos a 62 mil 946 millones de pesos.
Guillermo Padrés Elías (PAN) recibió la deuda de Sonora en
11 mil 258 millones de pesos y la dejó en 22 mil 780 millones de pesos. Además
se detectaron irregularidades en sus cuentas públicas por 30 mil millones de
pesos. Hoy está en prisión acusado de lavado de dinero y defraudación fiscal.
Francisco Olvera Ruiz (PRI) recibió en Hidalgo una deuda de
aproximadamente 4 mil millones de pesos, pero a su salida la administración
entrante encontró un adeudo de más de 15 mil millones de pesos de los cuales 5
mil millones ni siquiera habían sido reportados.
Humberto Moreira Valdés (PRI), ex gobernador de Coahuila y
ex presidente nacional del PRI, recibió una deuda en su estado de 323 millones
de pesos y dejó pasivos por 36 mil 509.6 millones de pesos.
En este panorama de inconformidad social, en las elecciones
de inicios de junio la gente plasmó su inconformidad en las urnas. De las 12 elecciones de gobernador que se llevaron a cabo, el PAN logró la victoria en siete, cifra que no había logrado ni en los dos sexenios que estuvo al frente
del gobierno federal. Acción Nacional se convirtió en el comodón depositario de
la inconformidad social contra el tricolor, sus victorias se debieron más la
urgencia de castigar al PRI con lo que fuera que a méritos propios.
GRÁFICA: Animal Político
En Aguascalientes, se levantó con la victorial el panista Martín
Orozco; en Chihuahua el abanderado del PAN, Javier Corral logró expulsar al PRI;
en Durango el candidato del PAN, José Rosas Aispuro se alzó con la victoria; en
Hidalgo el priista Omar Fayad logró que Hidalgo continuara como de los pocos
estados sin alternancia; en Oaxaca, Alejandro Murat, de la alianza PRI, PVEM,
Panal, recuperó al estado para la tradición familiar; en Puebla, José Antonio
Gali retuvo la gubernatura para el PAN; en Quintana Roo, la coalición PAN-PRD salió
victoriosa con Carlos Joaquín González; en Sinaloa, Quirino Ordaz Coppel sacó
la victoria para el PRI-Verde; en Tamaulipas el panista Francisco García Cabeza
de Vaca se llevó el triunfo; en Tlaxcala ganó la coalición PRI-Verde-Nueva
Alianza encabezada por Marco Antonio Mena; en Veracruz, venció el candidato de
la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares; en Zacatecas, Alejandro Tello
del PRI, rescató la victoria; y en la elección del Constituyente de la Ciudad
de México, el debutante Morena arrasó.
Una de las reformas que más inconformidad ha causado ha ido
la Educativa. Los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación (CNTE) realizaron en este año paro de labores, manifestaciones y bloqueos
carreteros, principalmente en Oaxaca, Ciudad de México, Puebla, Veracruz,
Chiapas y Guerrero. Sin duda el punto de más alto en la confrontación con el gobierno ocurrió el 20 de junio en Nochixtlán, Oaxaca con enfrentamiento que dejó un saldo de 6 personas fallecidas (aunque algunos reportan hasta 13), 41 policías federales
heridos y 53 civiles lesionados, además de 21 detenidos. Se confirmó que la
Policía Federal sí disparó con armas de fuego contra los manifestantes, en un
operativo por el que el encargado de las fuerzas policiacas, el secretario de
Gobierno, Miguel Ángel Osorio Chong, nunca se responsabilizó.
FOTO: AP
FOTO: Cuartoscuro
Si de romper récords se trata, esta administración federal va
a la saga: el peso rebasó los la barrera de los 20 pesos por dólar, llegando en
algunos momentos hasta los 21. México mostró los peores resultados de la prueba
escolar PISA y el segundo peor en desigualdad
social de los países miembros de la OCDE; es el segundo más violento de América (sólo por debajo de Colombia).
El 2016 también fue el año donde la violencia contra las
mujeres se hizo más visible. Fueron muchos los casos de agresiones contra
mujeres que se hicieron del conocimiento público a través los medios de
comunicación y se viralizaron en las redes sociales. Casos como el de la
reportera Andrea Noel (agredida
sexualmente en plena calle), Daphne Fernández (violada por la banda conocida
como “Los Porkys”), la estudiante Karen (violada por un compañero de la
universidad) y la golpiza que recibió ex velocista, medallista olímpica y
senadora Ana Gabriela Guevara por parte de cuatro hombres en un incidente de
tránsito, son un fuerte recordatorio y llamada de atención para una sociedad
mexicana profundamente atascada en el machismo.
En México son asesinadas siete mujeres al día, en el 2016 se
dio a conocer que de 2012 al 2015 han sido asesinadas casi 6 mil 500 mujeres.
La violencia de género en México está profundamente internalizada y
normalizada, así lo evidenciaron ejercicios como el de Las Morras, que salieron a las calles para grabar un video enfrentando a sus acosadores.
El deterioro del tejido social en México se hizo aún más
evidente en 2016. Las “Lady” y los “Lord” o “Gentlemen” pulularon en este año
gracias al ejercicio de la prepotencia, la discriminación y la violencia
injustificada. #LordAudi, #LordFerrari, #LordRollsRoyce, #LadyPioja, #Lady100Pesos,
#LordPelón, #LordMeLaPelas y muchos más. Las redes sociales han servido de
instrumento para demostrar que el país aún es profundamente racista, clasista, homófofo
y corrupto no sólo en los niveles más altos del gobierno y el empresariado,
también en el grueso de la población.
Al país se le está haciendo costumbre también encumbrar a personajes
que tienen sus 15 minutos de fama gracias a un error, un ridículo, un momento
de suerte o una frase espontánea grabados en el momento justo. #LadyCelos, #LadyWuuu,
#LosXVDeRubí. La plena decadencia. Hemos llevado lo que tanto criticábamos de
los peores contenidos de los monopolios televisivos a las redes sociales,
replicamos en internet los modelos de enajenación y manipulación televisiva que
condenamos por años.
El 2016 cierra con el anuncio del gobierno federal de un
nuevo (mega)gasolinazo: la Magna sube a 15.99 (incremento de 14%) y la Premium
a 17.79 (incremento de 20%) pesos desde el 1 de enero de 2017. Peña incumplió
su promesa de que en el resto de su sexenio no habría más incrementos a las
gasolinas gracias a la Reforma Hacendaria y la Reforma Energética. Termina el
2016: en general, las reformas no funcionan, la inconformidad y las protestas crecen y el presidente ya se ha quedado
solo.
Atónitos, los ciudadanos
del mundo miran con temor, tristeza y desconcierto el triunfo del infame Donald
Trump en las elecciones para elegir al nuevo presidente de los Estados Unidos.
La derecha cierra un año redondo, tras sus victorias en Gran Bretaña, Colombia
y España, se alza con la más importante, ganando el mayor puesto político en el
país más poderoso del mundo, con todo y la mayoría de ambas cámaras. Lo que
empezó como algo que parecía una broma de mal gusto desembocó en una realidad
concreta: Trump ocupará la oficina oval de la Casa Blanca.
Imagen: Reuters
Está claro que la victoria
de un personaje racista, conservador y misógino como Trump no puede ser una
buena noticia, pero su victoria puede ser el balde de agua fría que el
mundo necesitaba para darse cuenta de las contradicciones del sistema
capitalista y las trampas de su democracia burguesa, para desmitificar la
imagen de Estados Unidos y la economía mundial que encabeza como infalibles.
Mito uno: Hillary era la
"opción buena"
Habría que empezar por
desmantelar el mito de que Hillary Clinton era la “opción buena”, la que nos
salvaría de la tiranía de Trump, pues en realidad la ex senadora y ex
secretaria de Estado era una opción igual o más peligrosa aún que el mismo
Donald.
Los entusiastas de Clinton no se
daban cuenta o no querían ver que Hillary nunca fue la “opción buena”: Hillary era la candidata de las grandes corporaciones privadas
que juegan con la economía mundial, quienes la patrocinaron son las empresas
que fomentan la pobreza y la desigualdad, las que saquean los recursos de otros
países, las que tienen nocivos monopolios privados a lo largo del orbe. Como
senadora y secretaria de Estado, Hillary fue quien impulsó las invasiones
colonialistas a Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, dejando millones de
muertos y desplazados. Prometió que continuaría su apoyo irrestricto a Israel
en su campaña de exterminio contra los palestinos. El violento perfil de su
política militar es la que ha llevado a Estados Unidos a una confrontación
diplomática con Rusia y China que podría escalar en un enfrentamiento directo.
Fue la que dictó desde la Casa Blanca la Reforma Energética privatizadora para
México, la que espió a sus enemigos políticos, la que amañó la contienda
interna del Partido Demócrata saboteando a sus rivales y la que en un principio
rechazó los matrimonios igualitarios hasta que vio que eso le restaba puntos en
el sector joven. Hillary es el rostro del imperialismo norteamericano,
del neoliberalismo salvaje, pero adornado de color rosado. Es el
símbolo del "capitalismo buena onda" dispuesto a ceder a demandas
como el matrimonio igualitario mientras la base económica del sistema permanece
intacta, siguiendo el curso de la explotación y el despojo. Hillary es un lobo
con piel de oveja.
Imagen: Especial
Por supuesto que con Trump
los peligros son altos, especialmente para la comunidad latina, para la
mexicana, blanco predilecto de sus afrentas. Siendo presidente está en la
posibilidad de volver realidad sus amenazas. Podría, como advirtió, imponer un
impuesto especial (por especial me refiero a pesado), a las remesas, con lo que
se pagaría el muro que tanto presumió (muro que, por cierto, ya existe, fue construido por Bill Clinton y ha
cobrado más de 10 mil muertes en 20 años, Trump sólo vendría a echar el colado), lo cual tendría un
severo impacto en ambos lados de la frontera.
Las deportaciones que ha advertido Trump no son
cosa menor. En potencia está una cacería de brujas de latinos
(y otros muchos migrantes indocumentados), una ola deportaciones se antoja inminente. Una
pena. Pero aquí cabe recordar algunos puntos más: Clinton se ufanaba de haber votado a favor del
muro fronterizo cuando fue senadora; la Reforma Migratoria que se emitió con Obama y con Hillary como segunda al mando quedó muy por debajo de las expectativas, al alcance de muy pocos que podían acreditar los requisitos, dejando a la gran mayoría de nuevo en el desamparo. Por si fuera poco, la administración de Obama ha sido la que mayor número de deportaciones suma en la historia. Lo que Trump amenaza con palabras, los demócratas lo han llevado a los hechos.
Las políticas de Hillary han sido tan excluyentes y racistas como las palabras de Trump. A Hillary la apoya la fauna empresarial igualita de racista y excluyente que Trump. ¿Cuál era la gran diferencia?
Mito dos: La democracia
norteamericana como único e infalible sistema de gobierno
No se “descompuso” la
“democracia”, ya estaba descompuesta. La democracia según Estados
Unidos es una democracia burguesa, siempre al servicio del gran capital, no del
pueblo norteamericano. Este es el modelo que tratan de exportar a la fuerza
sabiendo que no es popular ni libre ni justo, un paradigma de los adinerados
que sólo da la falsa sensación a la clase trabajadora de elegir el destino de
su país, cuando las decisiones ya están tomadas de antemano por pequeñas élites
económicas y políticas. Estado burgués.
Tan falible es la
democracia norteamericana que es posible que quien tenga más votos reales
pierda, y así pasó.Hillary ganó. O al menos hubiera
ganado en una democracia donde cada voto cuenta, pero la figura de los Colegios
Electorales la hizo perder. Clinton obtuvo 59 millones 835 mil
153 votos, un 47.7% del total; mientras que Trump, más abajo, tuvo 59 millones
618 mil 815 votos, un 47.5% del total de sufragios emitidos, según el último
corte que reportó el portal web del diario New York Times. Pero resulta que en
la “democracia” norteamericana unos votos cuentan más que otros, porque los
llamados “votos electorales” (una especie de distritos que se cuentan en
bloque) son los que cuentan, no los votos directos. Esa es la democracia que
Estados Unidos trata de imponer al mundo. Una democracia fallida,
tramposa, amañada desde su origen.
Imagen: New York Times
Así nos amaneció la cruda
de la "fiesta de la democracia", despertando acostados a lado del
tipo más feo.
Al final, la “democracia” a
la “americana” siempre es un callejón sin salida, donde en realidad no hay
manera de elegir. Todo está preprogramado para que la burguesía siempre gane
mientras todos los demás pierden. Y no debería
sorprendernos, cada cuatro años es el mismo circo electoral.
La serie animada South Park satirizó alguna vez al sistema democrático
norteamericano en un capítulo donde los alumnos de la primaria del pueblo
tenían que elegir a su nueva mascota sólo de entre dos opciones igualmente
horribles: un sándwich de mojón y un lavado vaginal. Tan parecido a la
realidad.
Mito tres: el capitalismo
neoliberal es la única vía económica posible en el mundo
Trump pone a temblar la
normalidad del capitalismo neoliberal global. Este podría ser el inicio
de su plena decadencia. Estamos ante un potencial final de la hegemonía
económica estadounidense que provoque finalmente el despertar de su sociedad
alienada y adormecida.
En el discurso de Trump hay
puntos que ponen en riesgo al establishment gringo y sus
cómplices internacionales, es decir, al sistema económico mundial: el fin del
TLCAN y otros acuerdos comerciales, la cancelación de la OTAN, retirar tropas
de Medio Oriente, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Rusia
y China. Un discurso proteccionista, que regresa a un capitalismo clásico de
mayor intervención estatal, que si bien no rompe con la propiedad privada, con
las dinámicas de explotación laboral ni con el despojo de recursos, sí tiende a
aislarse, cortando las alas del capitalismo neoliberal que no conoce de
fronteras ni limitaciones. Por eso había un consenso en torno a Hillary, porque
ella garantizaba el libre flujo del sistema vigente, que con Trump, al menos en
el papel, está pendiendo de un hilo.
Estados Unidos no es capaz
de soportar su peso por sí mismo. El sistema que lo alimenta necesita
desesperadamente de todos los recursos que pueda tomar de afuera. Es un kraken que extiende sus largos tentáculos hasta donde le es
posible para controlar situaciones alejadas de su entorno inmediato. Sea como
sea, con reformas, gobiernos comprados o intervenciones armadas, los yankees se
proponen doblegar cualquier obstáculo para obtener lo que quieren. Con Trump
eso podría terminar. Podría.
Clinton tenía el apoyo de todo el sistema: la
industria del entretenimiento completa, las estrellas de Hollywood (los Avengers invitaron
a votar veladamente por ella), la musical (figuras como Katy Perry la
promocionaron hasta el hartazgo), las grandes cadenas de televisión y la prensa
que tienen inversiones en el sector financiero, energético e inmobiliario, la
realeza alineada de Medio Oriente, etc. El llamado “consenso” a favor de
Clinton ya cantaba victoria publicando encuestas donde daban una victoria
segura a Hillary. Bastaba con ver las caras de los reporteros de CNN durante la
cobertura del día D para saber que las cosas no estaban saliendo como se
planeaba. Asombro, decepción, desconcierto. Luego el pánico en las bolsas
internacionales, la caída en picada de las inversiones en todo el mundo. Sí,
son señales de que su hegemonía corre un riesgo real. Puede que la fiesta se
les termine.
La clase trabajadora estadounidense, decepcionada
por el cambio que Obama prometió y nunca llegó, castigó con su voto a los
demócratas. Rabiosos acudieron a las urnas los desempleados, los que vieron que
los lugares donde trabajaban cerraban porque las inversiones migraban, incluso
a otros países. Basta ver la caída de los estados industriales de la zona norte
del medio oeste. A ellos Trump les prometió devolverles el empleo y el nivel de
vida que perdieron durante el periodo de Obama, con Clinton como secretaria de
Estado.
Es irónico y sumamente
triste: las mayorías empobrecidas por el neoliberalismo que concentra la
riqueza en unos pocos están poniendo en jaque al sistema eligiendo a un burgués
conservador. Ni la izquierda revolucionaria pudo idear un escenario tan
complejo. Trump podría destruir al sistema desde adentro.
Pero no hay que
confundirse. Trump no es muy diferente a toda la clase empresarial que
respaldaba a Hillary, Donald es sólo su exponente más feo, el
que no tiene pelos en la lengua, el que no se reservaba para sus charlas
privadas lo mucho que odiaba a la gente pobre, latina o negra. Por eso les
espantaba. No hay que olvidar que Trump no es un político de carrera,
es un empresario; paradójicamente es un multimillonario conservador producto
del liberalismo económico, un icono de la cultura del emprendedurismo (Peña
Nieto dixit), un burgués conservador de peso completo que explota igual que un
liberal, que también utiliza directa o indirectamente la mano de obra (barata)
migrante que tanto dice odiar.
“No hay nada más parecido a
un fascista que un burgués asustado”, dijo Berlot Bretch. Trump es eso. Un
millonario que cree que su fortuna y su concepción de país están en riesgo con
el libre mercado que lo hizo grande y ahora quiere cerrarle el paso. En pocas
palabras,Trump es un producto del sistema capitalista que termina
por morderse la cola.
Se trata entonces de un conflicto interburgués, de un choque entre dos visiones
del capitalismo donde la gente de a pie no tiene injerencia alguna.
Imagen: Especial
Ganó el miedo, ganó el
racismo
Ya desmantelados los mitos,
queda un punto más por aclarar. Ganó el miedo, ganó el racismo: Casi el 60% de los norteamericanos
blancos votó por Trump, lo que revela que el discurso racista
del hombre del copete rubio tuvo el respaldo de la mayoría blanca. Ocho años
después de elegir a un presidente afroamericano por primera vez en la historia,
la discriminación y el conservadurismo se exacerban.
Imagen: Damon Winter / The New York Times
Trump dominó entre los
religiosos cristianos: protestantes (60%), católicos (52%), mormones
(61%) y cristianos (55%). El republicano se quedó con casi 7 de cada 10 votos
de los blancos sin título universitario, entre los que se encuentran el 62% de
las mujeres blancas que no fueron a la universidad. Resultó que la
mayoría blanca norteamericana sigue siendo profundamente racista y no está
dispuesta tolerar la presencia de las minorías (que en pocos años,
aunque les duela, serán mayorías). El efecto Obama fue sólo una ilusión.
Contra todo pronóstico,
contra todo el sistema mediático a favor de Hillary, Trump se impuso. De poco
sirvió la maquinaria de los mass media que con justa razón lo
tachaba a todas horas de racista y misógino, muy poco les importó a sus
votantes los constantes señalamientos porque se vieron reflejados en él.
¿Cómo fue que una sociedad
tan mediatizada como la estadounidense se resistió a los mensajes de sus ídolos
pop que les pedían el voto por Hillary? El discurso de Trump se cimentó
en los valores tradicionales que a los gringos les enseñan desde pequeños: la
excepcionalidad de EU, la supremacía blanca, la admiración al empresario, al
dinero. El discurso anti Trump que por más de un año bombardeó a la gente
no pudo vencer al discurso supremacista que por décadas se ha insertado en las
mentes norteamericanas. No hay por qué extrañarse.
De los países más
desarrollados, Estados Unidos es el segundo más ignorante, el que tiene el
mayor índice de agresiones a mujeres, el primero en muertes por arma de fuego,
en el que la mitad de su población cree que los musulmanes deben ser expulsados
del país, el que tiene más de 50 millones de pobres, uno de los de mayor
desigualdad económica en el mundo. Entonces la victoria del empresario no es
una sorpresa, el triunfo de Trump es el espejo en el que se mira la sociedad
norteamericana, en el que se proyectan sus mayores defectos y contradicciones.
Capitalismo, clasismo, racismo,
supremacía blanca, patriarcado, machismo. Todo eso es Trump: es el hijo sano
del sistema estadounidense que ahora se horroriza por haberlo elegido.
Imagen: Especial
El sistema se ha dado un
balazo en el pie. No queda más que darle un empujoncito para que se caiga. Es
hora de entender que Estados Unidos necesita más del mundo que el mundo de
Estados Unidos, que los gringos son absolutamente dependientes de
los recursos del resto del mundo para mantener su tren de vida, que es momento
de hacer un viraje en el rumbo económico mundial que se ha definido en
Washington desde hace décadas. Si Trump quiere cerrar sus fronteras, que lo
haga, a ver de dónde saca todo lo que Estados Unidos está acostumbrado a robar
de afuera, a ver si puede vivir sin el petróleo mexicano, venezolano o de Medio
Oriente, a ver si puede vivir sin la mano de obra barata de Latinoamérica y
Asia, a ver si puede vivir sin los minerales de África. Realmente lo dudo.
Puede que hoy Trump ya haya
negociado con las élites la continuidad del sistema neoliberal, que todo siga
igual como si Clinton hubiera ganado, que continúe el capitalismo desbocado y
sus políticas imperalistas, pero lo que podemos rescatar de todo este negro
panorama es que, sin proponérselo, Trump ha desenmascarado al sistema,
nos mostró su rostro más feo y sin maquillaje. A veces se requiere ir a los
extremos, ver la pudrición debajo de la linda fachada para darse cuenta del problema.
Trump está resultando ser la muy necesaria sacudida de conciencia para que la
gente reflexione sobre el régimen que lo oprime.
Tarde o temprano, incluso
los que apoyaron a Trump se darán cuenta de su error, cuando llegue el desastre
ante la ruptura del frágil equilibrio estadounidense.
Vienen días y años muy complicados. No sabemos
hasta dónde puedan llegar en realidad las políticas de Trump, pero la tarea del
mundo es clara: dejar de depender de Estados Unidos, empezar a tejer relaciones
comerciales y culturales que tengan como eje el desarrollo humano justo y
equitativo, no el lucro de pequeñas élites; emprender políticas sociales que
estén alejadas de la injerencia norteamericana y de sus aliados. Darle la
espalda al racismo que nos ha separado, a la democracia burguesa que nos ha
engañado y al neoliberalismo que nos ha estafado.
No porque Trump sea un impresentable burgués racista de derecha significa que Hillary Clinton es mejor. Me parece incluso que es potencialmente peor que Trump.
Hillary es la representante de las grandes corporaciones privadas que juegan con la economía mundial, quienes la patrocinan son las empresas que fomentan la pobreza y la desigualdad, las que saquean los recursos de otros países, las que tienen nocivos monopolios privados a lo largo del orbe.
Como senadora y secretaria de Estado, Hillary fue quien impulsó las invasiones colonialistas a Afganistán, Irak, Yemen, Libia y Siria, dejando millones de muertos y desplazados. Ha prometido que continuará su apoyo irrestricto a Israel en su campaña de exterminio contra los palestinos. El violento perfil de su política militar es la que ha llevado a Estados Unidos a una confrontación diplomática con Rusia y China que podría escalar en un enfrentamiento directo.
Fue la que dictó desde la Casa Blanca la Reforma Energética privatizadora para México, la que espió a sus enemigos políticos, la que amañó la contienda interna del Partido Demócrata saboteando a sus rivales y la que en un principio rechazó los matrimonios igualitarios hasta que vio que eso le restaba puntos en el sector joven.
Hillary se vende como feminista, pero no lo es. Que sea una mujer que se ha abierto paso en las más altas esferas de la política estadounidense no la hace automáticamente feminista. La intelectual Nancy Fraser considera que Hillary no es feminista, en todo caso, "Clinton defiende un tipo de feminismo neoliberal, sólo para mujeres privilegiadas". En el tema migratorio, Hillary tiene un discurso más suave que Trump, pero tiene un pensamiento casi idéntico al republicano sobre el muro fronterizo con México. Más de una vez se ha ufanado de que como senadora siempre votó a favor de la ampliación del muro fronterizo. Ha prometido impulsar una Reforma Migratoria que será menos dura con las deportaciones, pero cuando fue parte del gobierno muy poco hizo por impulsar la política migratoria que la comunidad latina que la apoya espera de ella.
FOTO: Especial
Las élites políticas y económicas han construido un consenso en torno a Hillary. Es claro el favoritismo hacia ella de los grandes medios de comunicación, las casas encuestadoras y la industria del entretenimiento, el aparato mediático entero está a su favor. Mientras que el aislacionismo de Trump representa un peligro para el sistema, con Clinton está garantizada la continuidad del modelo del capitalismo global.
Se vende también como la amiguita de los famosos, de los actores y cantantes, de la gente bonita de Hollywood, la candidata "buena" que salvará a "América" de la tiranía de Trump, pero en el fondo, es igual o más peligrosa que su contendiente de copete rubio. Hillary es el rostro del imperialismo norteamericano, del neoliberalismo salvaje, pero adornado de color rosado. Es el símbolo del "capitalismo buena onda" dispuesto a ceder a demandas como el matrimonio igualitario mientras la base económica del sistema permanece intacta, siguiendo el curso de la explotación y el despojo. Hillary es un lobo con piel de oveja. Afinal de cuentas, la elección presidencial en Estados Unidos es un callejón sin salida, donde no se tiene más opción que dos infames que sólo vendrán a causar daño. Ya lo dijo Julian Assange: "elegir entre Hillary y Trump es como elegir entre cólera y gonorrea". Democracia le llaman.