@escupeletras
Ayer en Francia una serie de ataques terroristas coordinados
dejaron más de 120 muertos. El Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés)
se adjudicó la autoría de las agresiones. ¿Pero cómo llegamos a esto?
Francia tiene una larga carrera como una potencia imperialista:
colonizó a Argelia, el África subsahariana e Indochina; en los últimos años bombardeó
Libia, intervino en Siria y en Mali. Como miembro de la OTAN, ha contribuido a
apoyar a los grupos radicales que desestabilizan a los gobiernos de Medio Oriente
que se oponen a las decisiones de Washington y de la Unión Europea en busca de
recursos, especialmente energéticos. El control del petróleo y gas natural de
la región es la clave para entender la barbarie que impera en el mundo. Las diferencias
étnicas y religiosas sólo son un pretexto y un vehículo para el caos. El
"fundamentalismo islámico" suele ser la careta que se pone el
imperialismo energético para justificar sus agresiones y saqueos.
Estados Unidos y la Unión Europea se han encargado de
sembrar el odio al mundo árabe, se han servido de minorías extremistas a las
que han apoyado con entrenamiento y armas para desestabilizar a gobiernos que
les resultan incómodos. Aplauden o callan cuando la sangre corre del otro lado,
pero cuando la perra que hicieron brava los muerde se hacen las víctimas y luego
desatan su fuerza sobre pueblos inocentes.
Los países colonialistas no pueden esperar que los grupos
terroristas que patrocinan y apoyan directa e indirectamente sólo agredan a sus
objetivos tácticos. No puedes soltar víboras venenosas en el vecindario
esperando que sólo ataquen al vecino que te cae mal.
Lo triste es que tanto en los países invadidos como en los
imperialistas las víctimas caen del mismo lado: civiles inocentes que poco o
nada tienen que ver en la pugna mundial por los recursos energéticos.
Los culpables de tantas atrocidades no sólo son tipos con
turbantes y capuchas negras. Esos sólo son la punta del iceberg. Detrás están
hombres de traje y corbata, los de los palacios de gobierno, los de las cuentas multimillonarias, los de las
corporaciones multinacionales, los de los rascacielos de cristal y acero.
Imagen: Latuff |