miércoles, 25 de diciembre de 2013

Buscando en qué creer

Por Gustavo Godínez
@escupeletras

¿A quién celebraría hoy el mundo occidental si los romanos no hubieran extendido su domino por toda Europa y hubiera sido otro imperio el que impusiera su fe a los demás pueblos?
¿Qué símbolo hubieran traído los españoles a América para imponerlo a punta de fuego y muerte, justo como les fue impuesto a ellos? ¿Qué habría en lugar de la cruz?
¿A quién recordaríamos hoy? No sería un niño-dios nacido de una virgen enseminada por una paloma que a su vez es él mismo. O tal vez sí, pero tendría otro nombre. En tiempos más antiguos otros hombres ya habían nacido de mujeres vírgenes.
O tal vez sería un elefante con muchos brazos, tal vez un gordito haciendo una flor de loto, tal vez un hombre barbado con un turbante, tal vez una serpiente emplumada, tal vez una ventana de colores suspendida en el espacio con un botón de minimizar. Quién sabe. Un ser humano con esperanza es capaz de creer en cualquier cosa que le prometa salvarlo de su desventura, que prometa un horizonte mejor del que él mismo ha definido, que lo saque del laberinto qué construyó para sí mismo. Esperanza-promesa. Esperanza-promesa.
Es curioso que siempre busquemos en el cielo, pero nunca se nos ocurra mirar al espejo.

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